El otro día en YouTube v una escena surrealista. El nuevo Presidente de México López Obrador anunciaba sus planes para el sexenio, todos los cuales pasaban por una transformación del alma y del espíritu de los mexicanos a fin de terminar con la corrupción en todos los niveles, para lo cual invocaba a los dioses prehispánicos con ayuda de unos chamanes que había llevado para ese fin. No presentó planes de tipo económico o social, sino esa transformación que el espera sea milagrosa.
Esto trae a la memoria que el Presidente de México Felipe Calderón se pasó su sexenio combatiendo el narco tráfico, porque creía que podía destruírlo manu militari y porque así pensaba el honestamente lograba arreglar los problemas de México. El resultado fué un fracaso mayúsculo, un incremento exponencial en las cifras de muertes violentas y al final un aumento en el número de delincuentes dedicados a ese negocio y en las cantidades de drogas canalizadas hacia los US y consumidas internamente.
Ahora ya unas semanas después de haber tomado posesión AMLO se lanza a una batalla similar contra los huachicoleros, también recurriendo al uso de tropas especiales, o sea a la fuerza bruta y por el mismo motivo. Adiós chamanes.El problema es que ninguno de los dos parece haberse dado cuenta de que tanto el narcotráfico como el huachicoleo son síntomas de un mal mayor y mucho más profundo, no causas en sí y que el problema de México es la falta de oportunidades de crecimiento económico y en muchos casos de la capacidad de sobrevivencia tanto en el campo como en las ciudades para un por ciento elevado de su población
En 1994 México firmó un tratado para el libre comercio de servicios, bienes y capitales con los US y el Canada, dos economías altamente desarrolladas y capitalizadas, entrando en una relación totalmente asimétrica. Por eso el NAFTA que a primera vista algunos quisieron ver como una gran oportunidad para México se convirtió en una gran tragedia, que llevó a una gran concentración de la riqueza en un pequeño sector de empresarios, favorecidos por sus contactos con el gobierno y a una clase profesional concentrada en las grandes empresas. A 24 años del NAFTA un 40 % de los mexicanos vive bajo niveles de pobreza, en igual porcentaje que los ciudadanos de Honduras y de Guatemala
El agricultor mexicano nunca tuvo acceso a lo que necesitaba para prosperar en un nuevo ambiente de alta competencia, es decir asistencia técnica tanto para la producción como para la administración y para el marketing, áreas todas en las que destacan las grandes empresas que llegaron pero sobre todo nunca pudieron acceder a préstamos a tasas equivalentes a las que obtenían en los US las grandes corporaciones. Mientras en México las tasas andaban alrededor y hasta por arriba del 20 % las Cargils y las Monsantos podían obtener financiamiento a menos del 9 %. El resultado es que el empresario mexicano, pequeño, mediano y grande no tuvo más opción que vender sus tierras al precio que le dieran.
Pero no fué el campo el único en sufrir las consecuencias de un mercado libre para el que México no estaba preparado ni técnica, ni administrativa, ni comercial ni financieramente y eso o mismo ocurrió en todos los otros grandes sectores de la economía mexicana, en la industria pesada, en el de la tecnología, en el comercio de las grandes bodegas y en la banca, sectores que ahora en gran medida son subsidiarias de empresas extranjeras.Por eso la solución no es andar disparando tiros ni comprando camiones para que la gente en los poblados donde hay hambre no se robe la gasolina, ni ofreciendo reformas morales sin sustento ni invocando espíritus benignos, sino enfrentar la realidad y proceder a un replanteó total de la economía que busque elevar el nivel de vida de los mexicanos en el largo plazo, no buscando curas milagrosas como las ya probadas que han resultado tóxicas. Pero eso no lo puede hacer AMLO, ni MORENA y sus izquierdistas de diferentes colores y mucho menos el PRI que por su corrupción ha caído en un total descrédito y de ser el partido que controlaba la vida política del país es ahora un partido marginal.